Los
libros de texto de educación sexual
Entrevista de
la Agencia
ZENIT a Mons. Rodrigo Aguilar, obispo de Tehuacán y presidente
de la Comisión de la Conferencia del Episcopado Mexicano de Pastoral
Familiar
--¿Cuál es
el peligro de hablar de educación sexual en la forma que es abordada en los
libros de texto gratuito a los niños de secundaria en México?
--Monseñor
Aguilar: Ante todo quiero señalar que la Iglesia no está en contra de la
educación sexual, sino a favor de una educación que sea integral, oportuna y
adecuada a las circunstancias de cada persona. Cada uno filtra la información
que recibe de acuerdo a sus experiencias vitales, a su contexto social, a su
nivel de desarrollo humano, etc. Por ello esta educación debe ser proporcionada
en primer lugar por los padres quienes tienen la responsabilidad y el derecho
primario de darla.
Los textos
proporcionan información ambigua, incompleta, y con un enfoque reduccionista de
la sexualidad humana. Esto redunda en una mala formación, ya que no permite el
desarrollo sano y equilibrado de acuerdo con los valores de la sexualidad,
fortaleciendo su autoestima y logrando un autodominio que les permita tener un
comportamiento sexual responsable tanto en el ámbito individual como en el
social.
Por ejemplo,
al incentivar el autoerotismo y la masturbación y al exponérseles a la
pornografía invitándolos a visitar libremente páginas de Internet para buscar
información sexual, se exime a los adolescentes de su responsabilidad, en
detrimento de la formación de un carácter que asume las consecuencias de sus
propios actos. Se les expone a incapacitarse para el amor responsable que
implica una autodonación y no sólo la búsqueda del placer.
--¿Qué
contenidos están desvinculados a los principios morales y por qué?
--Monseñor
Aguilar: No basta con proporcionar información acerca de diversas conductas
sexuales, es necesario introducir una valoración de cada conducta, señalando
claramente las que dañan la dignidad de la persona y de la relación humana. Por
ejemplo, no se puede decir, como hacen algunos textos, que toda conducta sexual
es sana: «Las experiencias sexuales pueden ser muy diversas como el autoerotismo
a través de la masturbación, y los contactos sexuales heterosexuales o con
personas del mismo sexo. Los sexólogos, especialistas en el tema de la
sexualidad, consideran sana cualquier práctica sexual que se realice con total
consentimiento, no produzca daño y resulte agradable y placentera. Por ese
motivo, el ejercicio de nuestra sexualidad se puede ejercer sin que cause
remordimientos ni sentimientos de culpa, siempre y cuando sea producto de una
decisión consciente.» (García
P. y Cota E., Ciencias 1, Ed. Trillas, pag. 205). Ni informar
simplemente que «el placer erótico también se puede experimentar a través de
imágenes, textos, sonidos olores, texturas y sabores en sujetos y objetos
materiales o imaginarios realizando actividades en las que expresamos,
desarrollamos y disfrutamos nuestra identidad sexual.» (Lozano M. et al,
Competencias Científicas 1, Edit. Norma, pag. 186). Las frases mencionadas
tienen una orientación de que todo
es bueno para la persona, de que toda experiencia sexual le
ayudará en su educación; dicha postura implica exponer a los chicos a parafilias
como es el vouyerismo, el fetichismo y el exhibicionismo, entre
otras.
Al hablar
del aspecto reproductivo de la sexualidad, en la gran mayoría de los textos no
se hace alusión a la familia como el ámbito adecuado para la procreación de los
hijos. En diversos momentos se desvincula la práctica de la sexualidad del
matrimonio y de los referentes éticos, por ejemplo: «De ahí la importancia de
conocer las diferentes alternativas que ofrece la sexualidad, experimentarlas y
escoger en pareja las que resultan agradables para compartirlas» (García P., op
cit., Ed. Trillas, pag, 205). Nótese además que al hablar de pareja no se hace
referencia a que ésta sea estable, es decir esposo o esposa.
Se promueven
las relaciones precoces sin reflexionar suficientemente sobre la madurez y el
compomiso que implican: «Como se ha dicho, no existe una edad para tener una
relación sexual…» (Barahona, A., Biología Ciencias 1, Ed. Castillo, pag
239).
Estos son
sólo algunos ejemplos, en los cuales falta la vinculación de la información
sexual con una educación íntegra en bien del ser humano individual y
social.
--¿Por qué
dicen que estos libros estimulan la experiencia del placer sexual «abriendo el
camino al vicio desde los años de la inocencia»? ¿Qué piensa la Iglesia del
placer sexual?
--Monseñor
Aguilar: Precisemos que nuestro comunicado no dice que estos libros en su
conjunto abran el camino al vicio, más bien indicamos de manera general que un
sistema de información sexual desvinculada de los valores, puede inducir al
vicio; si sólo se describen diversas conductas sexuales, en ocasiones desde una
visión reduccionista, es una manera de despertar el deseo de experimentar esas
conductas o de inducirlas. Concretamente, en algunos de los textos que ahora se
discuten, hay afirmaciones muy cercanas a la promoción de conductas discutibles
desde el punto de vista ético, como son la masturbación y el autoerotismo; ya he
referido algunas citas que dan cuenta de todo esto.
Por otra
parte, parece ser que la visión que priva sobre la sexualidad, incluso en los
programas, es la de presentar la sexualidad dividida en potencialidades,
separada de la persona; y no como una realidad con diversos aspectos integrada
en la unicidad de la
persona. En esta visión, se privilegia el placer, hablando
incluso, en algunos textos, del «derecho al placer sexual», sin una reflexión
sobre el momento en que se tiene la madurez para solventar la responsabilidad en
el ejercicio de la
sexualidad. Es una manera indirecta de incentivar relaciones
sexuales precoces con todos los riesgos que ello implica.
Una de las
únicas responsabilidades que parece reconocerse es la de evitar un embarazo y el
contraer una enfermedad sexualmente transmisible. Sin embargo, la primera
responsabilidad es frente al sentido y la verdad de la sexualidad y su
orientación al amor y a la comunión entre las personas, y aquí entramos en el
campo de los valores éticos y morales.
El placer
sexual es una realidad que acompaña al acto conyugal. Si se busca el placer
principal o exclusivamente, el acto pierde su sentido de comunión, de dar y
recibir en mutuo enriquecimiento humano, en donación esponsal. Dicho de otra
manera, existe el riesgo de hacer del encuentro sexual un encuentro entre dos
egoísmos y no una verdadera comunión. Este peligro no existe cuando se respeta
la verdad y el sentido de la sexualidad en el amor conyugal, que incluye también
la apertura a la posible transmisión de la vida.
Si subrayamos
el «derecho al placer
sexual» estamos ubicando la lógica de la sexualidad en «el juego sexual»,
separando una realidad en diversas potencialidades, cuando realmente son
aspectos intrínsecos de una única realidad humana. Estamos deformando a los
adolescentes, de manera que busquen su propio placer, incluso con violencia
física o psicológica, a pesar de que les digamos que deben hacerlo con el
consentimiento de la otra persona, que termina por no ser reconocida como
persona, sino transformada en un objeto sexual equiparable a otros medios con
los cuales se logra el placer.
--¿Qué
significa una educación integral?
--Monseñor
Aguilar: Básicamente aquella que reconoce la bondad originaria de la sexualidad
y su sentido en el amor esponsal. Amor que es vivido tanto en el matrimonio como
en la vida célibe y casta. La sexualidad es parte imprescindible de todo ser
humano; no se reduce a la relación genito-sexual, sino que incluye nuestra forma
de pensar, de hablar, de caminar, de reaccionar, de decidir y de actuar. La
educación integral incluye la sexualidad en un conjunto de aspectos biológicos,
psicológicos, éticos y espirituales; para lo cual ha de proporcionar información
completa y veraz del modo apropiado para la edad y desarrollo individual –y en
este sentido se dice que es oportuna- de modo que comprendan bien su propia
sexualidad. Que les forma en conformidad con los rectos principios y valores
morales, que fortalece el carácter y el autodominio integrando su capacidad
racional y volitiva haciéndolos verdaderamente libres, que refuerza su
autoestima. Que les previene de conductas inapropiadas y de riesgo de contraer
enfermedades físicas y mentales a consecuencia de una actividad sexual precoz,
como son las infecciones de transmisión sexual, las adicciones y parafilias, así
como el embarazo prematuro.
Fuente: ZS06081901